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Para el director del coro. Un salmo de los hijos de Coré.
1 ¡Escuchen esto! ¡Presten atención, personas del mundo,
2 sean de alta o baja sociedad, sean ricos o pobres!
3 Porque lo que diré son palabras sabias, y mi pensamiento es perspicaz.
4 Prestaré atención a los proverbios; responderé las preguntas difíciles al son del arpa.
5 ¿Por qué debería temer cuando los problemas vienen o cuando mis enemigos me rodeen?
6 Ellos confían en su riqueza; alardean de sus posesiones,
7 pero nadie puede pagar por rescatar a otro de la muerte; nadie puede pagarle un rescate a Dios.
8 La redención va más allá de un precio; nadie nunca podrá pagar lo suficiente
9 como para vivir para siempre y no enfrentar la tumba.
10 Todos saben que el sabio morirá, pero aquellos que son tontos y tercos también, dejando todo lo que tienen a la siguiente generación.
11 Ellos creen que sus hogares[a] durarán para siempre, que el lugar donde viven se mantendrá por todas las generaciones.
12 Pero los seres humanos, ni con todo su honor entenderán.[b] Ellos morirán, igual que los animales.
13 Este es el camino de los necios, sin embargo, los que vienen después de ellos piensan que van a ser más inteligentes[c] Selah.
14 Como ovejas están destinados a la tumba. La muerte será su pastor. Pero los que viven con rectitud gobernarán sobre ellos en la mañana gloriosa.[d] Sus cuerpos se desintegrarán en la tumba, lejos de sus hogares.
15 Pero seguramente Dios me rescatará del poder de la muerte; él me traerá de vuelta. Selah.
16 No te molestes cuando las personas se hagan ricas, y llenen sus casas con posesiones.
17 Porque no se llevarán nada con ellos cuando mueran; sus riquezas no irán con ellos a la tumba.[e]
18 Ellos se felicitan entre ellos por sus posesiones, las personas siempre te alabarán cuando hagas las cosas bien,
19 pero su destino es el mismo que el de sus antepasados: nunca más verán la luz del día.
20 Los seres humanos, nunca entenderán, debido a toda su fama, y morirán, tal como los animales.
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