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1 Hijo mío, imagina que te has comprometido como codeudor para pagar una deuda a favor de tu vecino, y has estrechado tu mano con un extranjero para cerrar ese pacto, 2 quedando así atrapado por tu promesa, y preso por tu palabra.

3 Esto es lo que debes hacer: Sal de ese compromiso, porque te has puesto bajo el poder de esa persona. Ve donde tu vecino con toda humildad y pídele que te libre de ese compromiso.*“Que te libre de ese compromiso”.: Implícito. 4 No te demores, ni te vayas a dormir sin haberlo resuelto. No descanses hasta haberlo hecho. 5 Sal de esa deuda como la gacela que escapa de una trampa, como un ave que sale de la jaula del cazador.

6 ¡Ve y observa a las hormigas, holgazán! Aprende de lo que hacen, para que seas sabio. 7 Ellas no tienen un líder, ni un dirigente, ni un gobernador, 8 y sin embargo trabajan duro durante el verano para obtener su alimento, recogiendo todo lo que necesitan para el tiempo de la cosecha.

9 ¿Hasta cuándo estarás allí acostado, holgazán? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10 Tú dices:“Tú dices”: Implícito. “Dormiré un poco más, solo una siesta, o cruzaré los brazos un poquito más para descansar”. 11 Pero la pobreza te atacará como un ladrón, y la miseria como un guerrero armado.

12 Los rebeldes y malvados andan por ahí diciendo mentiras, 13 guiñando un ojo, haciendo gestos escurridizos con sus pies, y haciendo señales descorteses con sus dedos. 14 Sus mentes retorcidas solo traman maldad, causando problemas siempre. 15 Por ello el desastre cae sobre tales personas, y en solo un instante son destruidos sin remedio.

16 Hay seis cosas que el Señor aborrece, y aun siete que detesta: 17 los ojos arrogantes, una lengua mentirosa, las manos que matan al inocente, 18 una mente que conspira maldad, los pies que se apresuran a hacer el mal, 19 un testigo falso que miente, y los que causan discordia entre las familias.

20 Hijo mío, presta atención a la instrucción de tu padre, y no rechaces la enseñanza de tu madre. 21 Guárdalas siempre en tu mente. Átalas en tu cuello. 22 Ellas te guiarán cuando camines, te cuidarán al dormir, y te hablarán al levantarte. 23 Porque la instrucción es como una lámpara, y la enseñanza es como la luz. La corrección que surge de la disciplina es el camino a la vida.

24 Te protegerá de una mujer malvada y de las palabras seductoras de una prostituta. 25 No dejes que tu mente codicie su belleza, y dejes que te hipnotice con sus pestañas. 26 Puedes comprar una prostituta por el precio de una rebanada de pan, pero el adulterio con la mujer de otro hombre puede costarte la vida. 27 ¿Puedes poner fuego en tu regazo sin quemar tu ropa? 28 ¿Puedes caminar sobre carbón encendido sin abrasar tus pies? 29 Lo mismo ocurre con todo el que duerme con la esposa de otro hombre. Ningún hombre que la toque quedará sin castigo. 30 La gente no condena a un ladrón, si este roba para satisfacer su hambre. 31 Pero si lo atrapan, tiene que pagar siete veces lo que robó, incluso devolviendo todo lo que tenga en su casa. 32 Cualquier hombre que comete adulterio con una mujer es insensato. El que así actúa se destruye a sí mismo. 33 Tal hombre será herido y deshonrado. Su desgracia no cesará. 34 Porque el celo hará enojar a su esposo, y no se contendrá al tomar venganza. 35 Tal esposo rechazará cualquier tipo de compensación; y ninguna cantidad, por grande que sea, podrá pagarle.

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