1 El duodécimo día del décimo mes del décimo año, me llegó un mensaje del Señor que decía: 2 “Hijo de hombre, ponte de cara al Faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. 3 Dile que esto es lo que dice el Señor Dios:
12 “Convertiré a Egipto en un páramo más que cualquier otro país, y sus ciudades quedarán en ruinas durante cuarenta años entre todas las demás ciudades en ruinas. Esparciré a los egipcios entre las diferentes naciones y países.
13 “Sin embargo, esto es lo que dice el Señor Dios: Después de cuarenta años reuniré a los egipcios de los diferentes países donde fueron dispersados. 14 Sacaré a Egipto del cautiverio y los llevaré de vuelta a la tierra de Patros, de donde vinieron originalmente. Su reino será insignificante.
15 “Egipto será el más bajo de los reinos y no volverá a ser más importante que otras naciones. Derribaré a Egipto para que nunca más pueda gobernar sobre las naciones. 16 El pueblo de Israel no volverá a confiar en Egipto, sino que se les recordará su pecado cuando acudieron a los egipcios en busca de ayuda. Entonces sabrán que yo soy el Señor Dios”.
17 El primer día del primer mes del año veintisiete, me llegó un mensaje del Señor que decía: 18 “Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo trabajar mucho a su ejército en el asedio contra Tiro. A los soldados se les arrancó el pelo de la cabeza y se les pusieron los hombros en carne viva. Sin embargo, él y su ejército no obtuvieron ningún beneficio de Tiro por todo el trabajo que hicieron al atacarla.
19 “Así que esto es lo que dice el Señor Dios: Voy a entregar Egipto a Nabucodonosor, rey de Babilonia, que se apoderará de todo lo valioso. Saqueará el país, robándolo para pagar a su ejército. 20 Le voy a recompensar por todo su trabajo dándole Egipto porque el trabajo que hicieron fue para mí, declara el Señor Dios.
21 “En ese momento le devolveré el poder[b] al pueblo de Israel y yo te ayudaré a hablarles. Entonces sabrán que yo soy el Señor”.
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