7 Así que apacenté las ovejas de matadero, esto es, las pobres del rebaño. Tomé para mí dos cayados. A uno llamé Gracia y al otro Atadura, y apacenté las ovejas. 8 Entonces eliminé a tres pastores en un mes, porque yo me fastidié de ellos, y ellos también se disgustaron conmigo. 9 Les dije: No los alimentaré más a ustedes. Si alguna muere, que muera. Si alguna se pierde, que se pierda, y las que queden, que coman carne las unas de las otras.
10 Tomé mi cayado Gracia y lo quebré en señal de anulación de mi pacto con todos los pueblos. 11 Aquel día fue anulado. Los que compraban las ovejas, quienes me observaban, reconocieron que era Palabra de Yavé. 12 Y les dije: Si les parece bien, denme mi salario, y si no, déjenlo. Y pesaron 30 piezas de plata como salario mío.
13 Y Yavé me dijo: Échalo al tesoro. ¡Valioso precio con el cual fui valuado por ellos!
15 Y Yavé me dijo: Toma también la ropa y los objetos de un pastor insensato, 16 porque, ciertamente, Yo levanto en la tierra a un pastor que no se ocupará de las perdidas, ni buscará a la descarriada, ni curará a la perniquebrada, ni llevará a cuestas a la cansada, pero se comerá la carne de la robusta y romperá sus pezuñas. 17 ¡Ay del pastor inútil, que abandona el rebaño! ¡Caiga una espada contra su mano derecha y su ojo derecho sea completamente oscurecido!
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