3 ¿Por qué miras la brizna que está en el ojo de tu hermano, y no consideras la viga que está en tu ojo? 4 O, ¿cómo dirás a tu hermano: Deja que saque la brizna de tu ojo, y sin embargo tienes la viga en tu propio ojo? 5 ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
6 No den lo santo a los perros ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen, se lancen contra ustedes y los despedacen.
9 ¿Cuál hombre de ustedes, si su hijo le pide un pan, le da una piedra? 10 O si le pide un pescado, ¿le da una serpiente?
11 Pues si ustedes, que son malos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡cuánto más su Padre celestial dará cosas buenas a los que le piden!
12 Así que, todo lo que quieran que los hombres les hagan, háganles también ustedes, porque ésta es la Ley y los profetas.
14 ¡Cuán estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida! Pocos son los que la hallan.
16 Por sus frutos los reconocerán. ¿Se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
17 Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede un árbol bueno dar frutos malos, ni un árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego.
20 Así que ustedes los conocerán por sus frutos.
22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu Nombre, y en tu Nombre echamos fuera demonios, y en tu Nombre hicimos muchos milagros?
23 Entonces les diré: Nunca los conocí. ¡Apártense de Mí, obradores de maldad!
26 Pero cualquiera que oye estas Palabras y no las practica, será semejante a un varón insensato que edificó su casa sobre la arena. 27 Cayó la lluvia, llegaron los torrentes, soplaron los vientos y golpearon aquella casa. Y cayó, y fue grande su ruina.