3 Llegó el tentador y le dijo: Ya que eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en panes.
4 Pero Él respondió: Está escrito:
5 Entonces el diablo lo llevó hasta la Ciudad Santa, y lo colocó en pie sobre el pináculo del Templo 6 y le dijo: Ya que eres Hijo de Dios, lánzate abajo, porque está escrito:
7 Jesús le respondió: También está escrito:
8 Otra vez el diablo lo llevó a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y el esplendor de ellos, 9 y le dijo: Todo esto te daré si te postras y me adoras.
10 Pero Jesús le respondió: Vete, Satanás, porque está escrito:
11 Entonces el diablo lo dejó. Y unos ángeles llegaron y le servían.
17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar: Den la vuelta, porque el reino celestial se acercó.
20 Ellos dejaron de inmediato las redes y lo siguieron.
21 Pasó de allí y vio a otros dos hermanos: Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, que remendaban sus redes en la barca con su padre. Y los llamó.
22 Ellos al instante dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
23 Jesús recorría toda Galilea y enseñaba en las congregaciones de ellos. Proclamaba las Buenas Noticias del reino y sanaba toda enfermedad y dolencia en el pueblo.
24 Su fama se difundió por toda Siria. Le llevaron a todos los que padecían males: afligidos por diversas enfermedades y tormentos, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y Él los sanó.
25 Una gran multitud lo siguió desde Galilea y Decápolis, desde Jerusalén y Judea, y desde más allá del Jordán.
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