1 Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus 12 discípulos, salió de allí a enseñar y predicar en las ciudades de ellos.
4 Jesús les respondió: Vayan, informen a Juan lo que ustedes oyen y ven:
6 Inmensamente feliz el que no tropieza por causa de Mí.
8 ¿Qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido de ropaje fino? Miren, los que visten ropas finas están en las casas de los reyes.
9 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, mucho más que un profeta.
10 Éste es aquél de quien está escrito:
11 En verdad les digo: Entre los nacidos de mujeres, no se levantó uno mayor que Juan el Bautista, pero el más pequeño en el reino celestial es mayor que él. 12 Sin embargo, desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino celestial sufre violencia, y violentos lo arrebatan. 13 Porque todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan, 14 y si quieren aceptarlo, él es el Elías que vendría.
15 El que tiene oídos, escuche.
16 ¿A qué, pues, compararé esta generación? Es semejante a muchachos que se sientan en las plazas y dan voces a otros: 17 Les tocamos flauta y no bailaron, entonamos cantos fúnebres y no lamentaron.
18 Porque Juan vino, quien no comía ni bebía, y dijeron: ¡Tiene demonio!
19 Vino el Hijo del Hombre, Quien come y bebe, y dicen: ¡Miren, un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores!
23 Y tú, Cafarnaúm, ¿serás exaltada hasta el cielo? ¡Hasta el sepulcro serás abatida! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se hicieron en ti, habría permanecido hasta hoy.
24 Por tanto les digo que en el día del juicio, será más tolerable para la tierra de Sodoma que para ti.
27 Mi Padre me entregó todas las cosas. Nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre. Nadie conoce plenamente al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
28 Vengan a Mí todos los que están agotados y cargados, y Yo los haré descansar.
29 Lleven mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, pues soy manso y humilde de corazón.