2 Jesús les preguntó: ¿Piensan ustedes que aquellos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque sufrieron esas cosas? 3 No. Más bien, si ustedes no cambian de mente, todos perecerán de igual manera. 4 O aquellos 18 sobre quienes cayó la torre en Siloé y los mató, ¿piensan que ellos eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? 5 No. Más bien, si ustedes no cambian de mente todos perecerán del mismo modo.
8 El jardinero respondió: Señor, déjala aún este año, hasta que cave alrededor de ella y le eche abono. 9 Si se ve que va a producir fruto, bien, y si no, la cortas.
11 Una mujer que había estado enferma 18 años estaba allí encorvada y no podía levantarse.
12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: ¡Mujer, quedas libre de tu enfermedad! 13 Le impuso las manos. Al instante se enderezó y glorificaba a Dios.
14 Pero el jefe de la congregación se indignó porque Jesús sanó en sábado y decía a la multitud: Hay seis días en los cuales uno debe trabajar. En éstos vengan y sean sanados, y no en sábado.
15 Entonces el Señor le respondió: ¡Hipócritas! ¿Cada uno de ustedes no desata su buey o el asno del establo en sábado y lo lleva a beber? 16 A ésta hija de Abraham, a quien Satanás ató por 18 años, ¿no le era necesario ser liberada de esta atadura en sábado?
17 Al decir estas cosas, todos los que se le oponían quedaban humillados, pero todo el pueblo se regocijaba por las cosas espléndidas que Él hacía.
26 Entonces dirán: Delante de Ti comimos y bebimos, y enseñaste en nuestras plazas.
27 Él les contestará: No sé de dónde son. ¡Apártense de Mí todos, hacedores de injusticia! 28 Allí será el llanto y el crujido de los dientes cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y ustedes sean lanzados fuera. 29 Vendrán del oriente, del occidente, del norte y del sur, y se reclinarán a comer en el reino de Dios. 30 Piensen: Hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.
32 Les dijo: Vayan, digan a aquella zorra: Mira, hoy y mañana echo fuera demonios y realizo sanidades, y al tercer día termino mi obra. 33 Pero me es necesario ir hoy, mañana y el día siguiente, porque no es posible que un profeta perezca fuera de Jerusalén.
34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos como una gallina a sus polluelos bajo sus alas, y no quisiste! 35 Consideren que su casa queda desolada. Les digo: Que de ningún modo me verán hasta que digan: