Lucas
8 Aconteció que al ministrar él como sacerdote delante de Dios, 9 en el turno de su clase de oficio sacerdotal, cuando entró en el Santuario del Señor, le cayó en suerte ofrecer una ofrenda de incienso. 10 Todo el pueblo hablaba con Dios afuera a la hora del incienso.
11 Entonces se le apareció en pie un ángel del Señor a la derecha del altar del incienso. 12 Cuando Zacarías lo vio se perturbó y se llenó de temor.
13 Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque fue oída tu conversación con Dios. Tu esposa Elisabet te dará a luz un hijo y lo llamarás Juan. 14 Será para ti gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, 15 porque será grande delante del Señor. No beberá vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre. 16 Y muchos de los hijos de Israel volverán al Señor su Dios. 17 Éste irá delante del Señor con el espíritu y poder de Elías, para volver corazones de padres a hijos, y de desobedientes a la prudencia de los justos, a fin de preparar un pueblo dispuesto para el Señor.
18 Zacarías preguntó al ángel: ¿Cómo será esto? Porque yo y mi esposa somos ancianos.
19 Y el ángel le respondió: Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios, y fui enviado para hablar contigo y anunciarte estas Buenas Noticias. 20 Por cierto, quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día cuando sucedan estas cosas, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo.
21 El pueblo esperaba a Zacarías y extrañaba que demoraba en el Santuario. 22 Cuando salió no podía hablarles. Comprendieron que había tenido una visión en el Santuario, porque les hablaba por señas y continuaba mudo.
23 Aconteció que al cumplirse los días de su ministerio, fue a su casa. 24 Después de estos días, su esposa Elisabet concibió. Se recluyó cinco meses y decía: 25 Así hizo conmigo el Señor en los días cuando me miró para quitarme una afrenta entre los hombres.
29 Ella se turbó mucho por esta palabra y se preguntaba de qué clase sería esta salutación.
30 Pero el ángel le dijo: ¡No temas, María, porque hallaste gracia ante Dios! 31 Mira, concebirás y darás a luz un Hijo. Llamarás su Nombre Jesús. 32 Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David su antepasado. 33 Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.
34 Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo será esto? Porque no me he unido a un hombre.
35 El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te hará sombra, por lo cual también el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios. 36 Y mira, tu parienta Elisabet también concibió un hijo en su vejez, y éste es el sexto mes para la estéril. 37 Porque para Dios ninguna cosa es imposible.[a]
38 Entonces María contestó: Aquí está la esclava del Señor. Que se haga conmigo según tu palabra. Y el ángel se retiró.
41 Aconteció que cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre, y Elisabet fue llena del Espíritu Santo. 42 Y exclamó a gran voz: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿Por qué se me concede que venga a mí la madre de mi Señor? 44 Porque mira, cuando la voz de tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de regocijo en mi vientre. 45 ¡Inmensamente feliz[b] la que creyó que se cumplirán las cosas que se le dijeron de parte del Señor!
46 Entonces María exclamó:
56 María permaneció con ella como tres meses, y regresó a su casa.
59 Sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, con el nombre de su padre. 60 Pero intervino su madre: ¡No, se llamará Juan!
61 Y le dijeron: Nadie hay de tu familia que tenga ese nombre.
62 Por señas le preguntaban a su padre cómo deseaba llamarlo. 63 Entonces él pidió una tablilla y escribió: Juan es su nombre. Y todos se asombraron. 64 Al instante fue abierta su boca, y su lengua hablaba y bendecía a Dios.
65 Hubo un temor en todos los que vivían alrededor de ellos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaban todas estas cosas. 66 Todos los que las oían las tenían en su corazón y decían: ¿Quién, pues, será este niño? Porque la mano del Señor ciertamente estaba con él.
67 Y su padre Zacarías fue lleno del Espíritu Santo y profetizó:
80 Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estuvo en los lugares despoblados hasta el día de su manifestación a Israel.
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