Isaías
2 ¡Oye, cielo, y escucha tú, tierra, porque habla Yavé! Crié hijos y los desarrollé, pero ellos se rebelaron contra Mí. 3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no me conoce. Mi pueblo no tiene entendimiento.
4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de iniquidad, generación de perversos, hijos depravados! Abandonaron a Yavé, despreciaron al Santo de Israel, se volvieron atrás.
5 ¿Por qué aún quieren ser castigados? ¿Aún se rebelarán? Toda la cabeza está enferma, y el corazón doliente. 6 Desde la planta del pie hasta la cabeza nada hay sano, sino golpes, contusiones, y heridas supurantes. No fueron drenadas, ni vendadas, ni aliviadas con ungüento.
7 Su tierra está asolada, sus ciudades incendiadas, su suelo devorado por extranjeros en presencia de ustedes, asolada como con desolación de extraños. 8 La hija de Sion quedó como cobertizo de viñedo, como choza de melonar, como ciudad sitiada.
9 Si Yavé de las huestes no nos hubiera dejado un pequeño remanente, seríamos como Sodoma, semejantes a Gomorra.
12 ¿Quién demanda esto de sus manos cuando los presentan ante Mí y pisotean mis patios? 13 No sigan presentando ofrendas vanas. El incienso me es repugnancia, también las nuevas lunas, los sábados y el convocar asamblea. ¡No tolero la iniquidad junto con la Asamblea Solemne! 14 Mi alma aborrece sus nuevas lunas y sus solemnidades. Me son molestas. Estoy cansado de soportarlas. 15 Cuando extiendan sus manos, esconderé de ustedes mi Presencia. Y aunque multipliquen sus oraciones, no escucharé. Sus manos están llenas de sangre. 16 Lávense, purifíquense, y quiten de mi vista la maldad de sus obras. Dejen de hacer el mal. 17 Aprendan a hacer lo bueno, busquen la justicia. Reprendan al opresor, defiendan al huérfano, aboguen por la viuda.
18 Vengan luego y razonemos juntos, dice Yavé. Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, serán como lana blanca. 19 Si ustedes quieren y obedecen, comerán lo bueno de la tierra. 20 Pero si rehúsan y se rebelan, la espada los devorará, porque lo dijo la boca de Yavé.
24 Por tanto, ʼAdonay Yavé de las huestes, el Fuerte de Israel, dice: ¡Ah, tomaré satisfacción de mis enemigos! ¡Me vengaré de mis enemigos! 25 Volveré mi mano contra ti. Purificaré totalmente tus escorias y quitaré toda tu impureza. 26 Restauraré tus jueces como al principio y tus consejeros, como los de antaño. Entonces te llamarán Ciudad de Justicia, Ciudad Fiel.
27 Sion será rescatada con equidad, y sus arrepentidos con justicia. 28 Pero los rebeldes y pecadores serán juntamente quebrantados, y los que abandonan a Yavé serán consumidos. 29 Entonces se avergonzarán de los robles que amaron y tendrán afrenta a causa de los huertos que escogieron. 30 Porque serán como roble al cual se le cae la hoja y como huerto que no tiene agua. 31 El fuerte será como estopa, y su obra como chispa. Ambos arderán juntos, y no habrá quien los apague.
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