2 Pero los judíos que no creían incitaron y llenaron de odio los ánimos de los gentiles contra los hermanos.
3 A pesar de todo, se detuvieron allí mucho tiempo, y hablaban osadamente confiados en el Señor, Quién confirmaba la Palabra de su gracia y concedía que se hicieran señales milagrosas y prodigios por medio de sus manos.
4 La población de la ciudad se dividió: unos estaban con los judíos y otros con los apóstoles.
5 Pero los gentiles, los judíos y sus gobernantes prepararon un atentado para maltratarlos y apedrearlos.
6 Al saber esto, los apóstoles huyeron a las ciudades de Licaonia, Listra, Derbe y sus alrededores 7 donde proclamaron las Buenas Noticias.
11 La multitud que vio lo que Pablo hizo alzó su voz en lengua licaónica: ¡Dioses semejantes a hombres bajaron a visitarnos! 12 A Bernabé lo llamaban Zeus, y a Pablo, Hermes, porque era quien hablaba la Palabra.
13 El sacerdote de Zeus, cuyo templo estaba en las afueras de la ciudad, llevó toros y guirnaldas a los portones y quería ofrecer sacrificio junto con la multitud.
14 Pero, cuando los apóstoles Bernabé y Pablo lo oyeron, rasgaron sus mantos, corrieron hacia la multitud y gritaban: 15 Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos hombres semejantes a ustedes. Les anunciamos las Buenas Noticias para que den la vuelta de estas vanidades hacia el Dios vivo, Quien hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. 16 En los tiempos pasados, Dios permitió que todas las gentes practicaran sus propios caprichos. 17 Sin embargo se manifestó de muchas maneras y les hizo bien: les dio lluvias del cielo y estaciones anuales fructíferas, y los llenó de sustento y alegría.
18 Cuando dijeron estas cosas, con dificultad detuvieron a la multitud para que no les ofreciera sacrificio.
19 Pero llegaron unos judíos de Antioquía e Iconio quienes persuadieron a la multitud para que apedrearan a Pablo. Lo arrastraron fuera de la ciudad, porque lo consideraban muerto.
20 Pero cuando los discípulos lo rodearon, se levantó y volvió a la ciudad.
22 Fortalecieron a los discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe. Les decían: Es necesario que a través de muchas aflicciones entremos en el reino de Dios. 23 En cada iglesia designaron ancianos. Hablaron con Dios y ayunaron. Los encomendaron al Señor en Quien creyeron.
26 De allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que cumplieron. 27 Reunieron a la iglesia e informaron lo que Dios hizo con ellos y como abrió la puerta de la fe a los gentiles. 28 Pasaron con los discípulos un buen tiempo.
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