4 Pero los jefes de los filisteos se enojaron contra él y le dijeron: Haz volver a ese hombre para que regrese al lugar que le asignaste, y no vaya con nosotros a la guerra, no sea que en la batalla se nos vuelva adversario. Pues, ¿con qué puede ser él aceptable a su ʼadón? ¿No será con las cabezas de estos hombres?
5 ¿No es este David, de quien se cantaba con danzas:
6 Entonces Aquís llamó a David y le dijo: ¡Vive Yavé, tú eres recto! Me pareció bien que salgas y entres en el ejército conmigo, porque ninguna cosa perversa hallé en ti desde el día cuando viniste a mí hasta hoy. Pero tú no eres grato ante los jefes. 7 Regresa, pues, y vete en paz, para no desagradar a los jefes de los filisteos.
8 David preguntó a Aquís: ¿Qué hice? ¿Qué hallaste en tu esclavo desde el día cuando estuve contigo hasta hoy para que no vaya y combata contra los enemigos de mi ʼadón el rey?
9 Y Aquís respondió a David: Yo sé que tú eres bueno delante de mí, como un ángel de ʼElohim. Pero los jefes de los filisteos dijeron: No irá con nosotros a la batalla. 10 Por tanto levántate mañana temprano con los esclavos de tu ʼadón que vinieron contigo, y tan pronto como se levanten y tengan claridad, salgan.
11 Entonces David y sus hombres se levantaron muy de mañana para salir y volver a la tierra de los filisteos. Y los filisteos marcharon a Jezreel.
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