5 Ahora, tú sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales de los ejércitos de Israel: a Abner, hijo de Ner, y a Amasa, hijo de Jeter, a quienes mató. Derramó sangre de guerra en tiempo de paz, y puso sangre de guerra en el cinturón que llevaba en su cintura y en el calzado que tenía en sus pies. 6 Haz conforme a tu sabiduría, pero no permitas que sus canas desciendan en paz al Seol.
7 Pero muestra benevolencia a los hijos de Barzilai galadita. Que ellos estén entre los que comen a tu mesa, porque se colocaron a mi lado cuando yo huía de tu hermano Absalón.
8 Mira, tienes contigo a Simei, hijo de Gera, benjamita, hijo de Bahurim, quien me maldijo con una cruel maldición el día cuando yo iba a Mahanaim. Pero él bajó a recibirme al Jordán, por lo que le juré por Yavé: No te mataré con la espada. 9 Pero ahora, no lo absolverás, pues eres hombre sabio, sabes cómo debes hablar con él y harás bajar sus canas con sangre al Seol.
13 Pero Adonías, hijo de Haguit, fue a Betsabé, madre de Salomón, y ella le preguntó: ¿Es pacífica tu visita?
15 Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel fijó la mirada en mí para que yo reinara. Pero el reino cambió de manos y fue de mi hermano, porque por determinación de Yavé era suyo.
16 Y ahora te hago una petición y te ruego que no me la niegues. Ella le dijo: Habla.
17 Entonces él dijo: Te ruego que hables al rey Salomón, pues él no te lo negará, para que me dé como esposa a Abisag sunamita. 18 Betsabé respondió: Bien, yo hablaré al rey por ti.
19 Betsabé fue al rey Salomón para hablarle por Adonías. El rey se levantó para recibirla y le hizo reverencia. Luego se sentó en su trono y ordenó colocar una silla para la madre del rey, quien se sentó a su derecha.
20 Entonces ella dijo: Te haré una pequeña petición. No me la niegues.
22 Pero el rey Salomón respondió a su madre: ¿Por qué pides a Abisag la sunamita para Adonías? ¡Pide también el reino para él, porque es mi hermano mayor, y con él están el sacerdote Abiatar y Joab, hijo de Sarvia!
23 Y el rey Salomón juró por Yavé: ¡Así me haga ʼElohim y aun me añada, si Adonías no habló este asunto contra su propia vida! 24 Y vive Yavé, Quien me confirmó y me puso en el trono de David mi padre, y me hizo casa como prometió, que Adonías morirá hoy. 25 El rey Salomón envió a Benaías, hijo de Joiada, quien arremetió contra él y lo mató.
26 Pero el rey dijo al sacerdote Abiatar: Aunque eres digno de muerte, retírate a tus campos en Anatot. No te mataré hoy, porque cargaste el Arca de ʼAdonay Yavé delante de mi padre David, y participaste en todo aquello que sufrió mi padre. 27 Así Salomón excluyó a Abiatar del sacerdocio de Yavé para que se cumpliera la Palabra de Yavé, la cual Él dijo con respecto a la casa de Elí en Silo.
28 Esta noticia llegó hasta Joab, y como Joab también se adhirió a Adonías, aunque no siguió a Absalón, Joab huyó al Tabernáculo de Yavé y se agarró de los cuernos del altar. 29 Se informó al rey Salomón: Joab huyó al Tabernáculo de Yavé y ciertamente está junto al altar. Entonces Salomón envió a Benaías, hijo de Joiada, y le dijo: ¡Vé, arremete contra él!
30 Benaías entró en el Tabernáculo de Yavé y le dijo: El rey dice que salgas.
31 Y el rey le dijo: Haz como él dice. ¡Arremete contra él y sepúltalo! Así quitarás de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente. 32 Yavé hará recaer su sangre sobre su propia cabeza, porque sin que lo supiera mi padre David, arremetió y mató a espada a dos hombres más justos y mejores que él: a Abner, hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jeter, general del ejército de Judá. 33 La sangre de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre, pero para David, su descendencia, su casa y su trono, habrá paz perpetuamente de parte de Yavé.
34 Benaías, hijo de Joiada, fue, arremetió contra Joab y lo mató. Fue sepultado en su propia casa, en la región despoblada. 35 En su lugar el rey designó como general del ejército a Benaías, hijo de Joiada, y el sacerdote Sadoc fue designado por el rey en reemplazo de Abiatar.
36 Luego el rey llamó a Simei y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén y vive allí, y no salgas de allí a ninguna parte. 37 Porque el día cuando salgas y cruces el arroyo de Cedrón, sabe que sin duda morirás y tu sangre recaerá sobre tu cabeza.
38 Simei respondió al rey: Buena es la palabra. Como mi ʼadón el rey dijo, así hará tu esclavo. Y Simei vivió en Jerusalén muchos días.
39 Pero después de tres años, aconteció que dos esclavos de Simei escaparon y se fueron a Aquís, hijo de Maaca, rey de Gat. E informaron a Simei: Mira, tus esclavos están en Gat. 40 Simei se levantó, aparejó su asno y fue a Gat, ante Aquís, para buscar a sus esclavos. Simei fue y trajo a sus esclavos de Gat.
41 Se le informó a Salomón que Simei salió de Jerusalén a Gat y regresó. 42 El rey mandó llamar a Simei y le dijo: ¿No me juraste por Yavé, y testifiqué contra ti: El día cuando salgas y vayas a cualquier parte, ten por cierto que morirás sin perdón? Y me respondiste: La palabra que oigo es buena. 43 ¿Por qué no guardaste el juramento de Yavé, y el mandato que te impuse?
44 Además el rey dijo a Simei: Tú sabes toda la maldad que cometiste contra mi padre David. Yavé hace recaer tu maldad sobre tu cabeza. 45 El rey Salomón será bendecido, y el trono de David será firme delante de Yavé para siempre.
46 El rey ordenó a Benaías, hijo de Joiada, quien salió y arremetió contra Simei y lo mató.