7 Él, después de que su madre le instara en lengua hebrea, (como pronto relataremos) dijo: 8 “Libérame para que pueda hablar al rey y a todos sus amigos.” 9 Ellos, regocijados en extremo por la promesa del joven, lo soltaron rápidamente. 10 Él, corriendo hacia las cacerolas, dijo: 11 “Tirano impío, y hombre muy blasfemo, ¿no te has avergonzado, habiendo recibido prosperidad y un reino de Dios, de matar a sus siervos y de atormentar a los hacedores de la piedad? 12 Por eso la venganza divina te reserva para el fuego y los tormentos eternos, que se aferrarán a ti para siempre. 13 ¿No te avergüenza, hombre como eres, pero muy salvaje, cortar la lengua a hombres de sentimientos y origen semejantes, y habiendo abusado así de ellos torturarlos? 14 Pero ellos, muriendo valientemente, cumplieron con su religión hacia Dios. 15 Pero vosotros gemiréis como merecéis por haber matado sin causa a los campeones de la virtud. 16 Por eso — continuó — yo mismo, estando a punto de morir, 17 no abandonaré a mi parentela. 18 Invoco al Dios de mis padres para que sea misericordioso con mi raza. 19 Pero a vosotros, vivos y muertos, os castigará”. 20 Habiendo orado así, se arrojó a las ollas, y así expiró.
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