2 Y clamó a gran voz, diciendo: Babilonia la grande ha caído, ha caído, ha sido destruida, y ha llegado a ser lugar de espíritus malos, y de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
3 Porque todas las naciones han bebido del vino de ira de la fornicación, todas las naciones han venido a la perdición; y los reyes de la tierra han cometido fornicación con ella, y los mercaderes de la tierra aumentaron su riqueza por el poder y su exagerado derroche.
4 Y otra voz del cielo vino a mis oídos, diciendo: Salgan de ella, pueblo mío, para que no participes en sus pecados y en sus castigos.
5 Porque sus pecados han subido hasta el cielo, y Dios ha tomado nota de su maldad.
6 Dale como ella dio, denle doble según por sus obras; mézclenle una bebida dos veces más fuerte que la que ella mezcló para otros.
7 Cuando se dio gloria a sí misma, y se volvió más malvada en sus caminos, en la misma medida dale dolor y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada aquí como reina, y no soy viuda, ni sufriré.
8 Por esta razón, en un día vendrán sus calamidades, muerte, tristeza y hambre; y ella será completamente quemada con fuego; porque poderoso es el Señor Dios que la juzga.
9 Y los reyes de la tierra, que han fornicado con ella, y en su compañía se entregaron al mal, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio,
10 Mirando desde lejos, por miedo de su castigo, diciendo: ¡Ay, Ay por Babilonia, la gran ciudad, la ciudad fuerte! porque en una hora has sido juzgada.
11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más de su mercancía,
12 La mercancía de oro, y plata, y piedras preciosas, perlas, y lino fino, y túnicas de púrpura y de seda Y escarlata; y madera perfumada, y toda vasija de marfil, y toda vasija hecha de madera preciosa, y de bronce, y hierro, y de mármol;
13 Y canela, especias aromáticas, y perfumes, y vino, aceite, incienso, Mirra, olíbano y grano molido, y ganado y ovejas; y caballos y carruajes y sirvientes; y almas de hombres.
14 Y el fruto del deseo de tu alma se ha apartaron de ti, y todos tus lujos y riquezas han llegado a su fin y nunca más las hallarás.
15 Los mercaderes en estas cosas, por las cuales se aumentó su riqueza, estarán mirando lejos por temor a su castigo, llorando y lamentándose;
16 Diciendo: Ay, ay por la gran ciudad, la que estaba vestida de lino fino, púrpura y rojo; con adornos de oro y piedras preciosas y perlas!
17 Porque en una hora tal gran riqueza ha quedado en nada. Y cada capitán de barco, y todos los que navegan en el mar, y los marineros y todos los que se ganan la vida junto al mar, miraban desde lejos,
18 Y gritaban cuando veían el humo de su incendio, diciendo: ¿Qué ciudad podía compararse a está gran ciudad?
19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y se pusieron tristes, llorando y clamando, y diciendo: ¡Ay, Ay por la gran ciudad, en la cual se incrementó la riqueza de todos los que tenían sus barcos en el mar a causa de sus grandes provisiones! porque en una hora ella es hecha basura.
20 Alégrate sobre ella, cielo, y tus santos, y Apóstoles, y profetas; porque ella ha sido juzgada por Dios en su cuenta, les ha hecho justicia.
21 Y un ángel fuerte tomó una piedra como la gran piedra con la que se trilla el grano, y la arrojó al mar, diciendo: Así que, con una gran caída, Babilonia, la gran ciudad, vendrá a la destrucción, y no será visto más en absoluto.
22 Y la voz de los arpistas y flautistas y trompeteros creadores de música nunca más sonará en ti: y ningún trabajador, experto en arte, volverá a vivir en ti; y ya no habrá sonido de trituración de grano en ti;
23 Y nunca más se verá el brillo de las luces en ti; y la voz del recién casado y la novia nunca más se oirán en ti: porque tus mercaderes fueron los grandes de la tierra, y por tus hechicerías fueron todas las naciones desviadas del camino correcto.
24 Y en ella fue vista la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.
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